[Pablo
Cabeza / GARA]
Pocos
veteranos, acaso ninguno, dejarán una
herencia cultural tan penetrante en las generaciones
posteriores como lo ha hecho Mikel Laboa,
artista con la sensibilidad suficiente como
para entregarnos tanto una emocionada canción
de acordes y melodía, como un desarrollo
desenfocado, arisco y con pleno sentido.
El
nacimiento del punk y el renacimiento del
rock vasco en la década de los ochenta,
planteaba la ruptura con el pasado para proponer
un nuevo ideario musical, más joven
(por propia naturaleza) y más agitador.
En realidad, un traslado de las ideas del
punk británico que proponía
cargarse a todos los dinosaurios del rock.
Con todo, el punk y el rock radikal, al menos
aquel surgido desde la cultura vasca, siempre
respetó la memoria y el trabajo de
uno de esos cantautores plastas -siguiendo
la terminología e ideas de la época-
, Mikel Laboa. La mejor prueba del respeto
y admiración que el rock emergente
le tributó quedó reflejado en
un álbum temprano, «Txerokee,
Mikel Laboaren Kantak», grabado en los
últimos meses de 1989 en los estudios
Katarain y publicado el 10 de setiembre de
1990; es decir, aún con toda la ventolera
de punk y rock recorriendo Euskal Herria.
De
Laboa lo que más ha sugerido es su
actitud frente a la canción, el ánimo
trasgresor de buena parte de su obra, la espectacularidad
de sus improvisaciones, juegos onomatopéyicos,
el flujo inesperado de su voz, su tono...
y, evidentemente, su compromiso con el euskara.
Planteamientos concordantes con la línea
rupturista del punk o del rock, por lo que
la química sólo necesitaba mentes
abiertas para iniciar su proceso. En este
sentido, M-ak y Negu Gorriak fueron de las
primeras formaciones (dentro del rock) en
expresar su admiración por Laboa, que
termina materializándose en el señalado
álbum tributo. Disco que cuenta, además,
con la participación de bandas con
tendencias musicales muy diferentes. Participan
Su Ta Gar acelerando «Haika mutil»,
uno de los momentos más entusiastas
y aplaudidos del repertorio actual del grupo
en su veinte aniversario. Negu Gorriak acometen
«Gaberako aterbea», que se combina
con el rock and roll de Kiowak, el rock de
Delirium Tremens y el jarkore de Bap!!, Karkaxa
y Bukaera. El álbum también
cuenta con la participación de Pottoka,
Tapia ta Leturia y el propio responsable del
sonido, Angel G. Katarain. En 1997, Laboa
volvió a encontrarse con Fermin Muguruza,
apoyado a su vez por el grupo Dut, otros admiradores,
en las sesiones de grabación de «Ireki
ateak», donde cantaría «Gazteluak».
Para
los músicos más jóvenes,
quizá la presencia de Laboa se haya
diluido un tanto - distancia generacional,
restringida vida pública en sus últimos
años-, pero, con todo, los detalles
referenciales han continuado dándose.
Los bilbainos Zea Mays le recordaban hace
tan sólo unos años versioneando
«Gogo eta gorputzaren zilbor-hesteak»,
Oreka TX cuentan con él en su actual
espectáculo, aparece en un vídeo
que se proyecta durante la actuación
de los txalapartaris; Lisabö, un ruidoso
grupo tan conceptual como imprevisible, siempre
ha declarado su admiración por Laboa
y Aida Torres, componente de la banda, colaboró
en lo que ya es el álbum póstumo
de Mikel, «Xoriek» (17). En 2004,
el dj Axular (Axular Arizmendi) conseguía
que el veterano músico participase
en «Izarren keinua», canción
del álbum «Anitza», un
disco orientado hacia las pistas de baile.
Axular comentaba en aquel momento: «Sí,
creo que este tema tiene un punto muy especial
para mí. Por una parte, uno la intensidad
y la musicalidad de Mikel Laboa con el tecno.
Por otra, esta canción se la dedico
a un amigo muerto en accidente. El texto y
el mensaje es lo que más me conmueve
de esta canción».
Con
todo, el último grupo que tuvo la fortuna
de contar con la colaboración de Mikel,
en otro proyecto de retorcida y explosiva
sonoridad, fue Naiz Roxa, formación
de Pasaia que un 31 de mayo de 2007, jueves,
conseguía que Laboa se acercase hasta
los estudios Amadeus de Donostia para grabar
un poema de Bernard Etxepare. La sesión
duró varias horas. Mikel leyó
el texto de diferentes maneras, pero ninguna
encajaba en lo que el grupo y la letra apocalíptica
sugería, así hasta que el «joven»
de la txapela y la brillante mirada dirigió
el tono hacia los aires ventosos y turbulentos
de los «Lekeitios» y todos quedaron
convencidos. Tras la grabación, banda
y solista tomaron unas bebidas en un bar próximo,
donde Laboa les contó diversas anécdotas:
«Un día me revisaron la maleta
en un aeropuerto e iban comentando en voz
alta lo que encontraban. Al dar con un disco
mío que llevaba dijeron: `y un disco
de un tal Maikel Labo'». Matxet -parte
de Naiz Roxa- también recuerda que
les relató como en un accidente de
tráfico de unas chicas, estas llevaban
una casete de él puesta y que seguía
sonando después del percance (así
se lo contaron poco después al artista).
Laboa, al final, sentenció: «Si
es que, con mi música, no me extraña
que pase esto». Naiz Roxa, con Iñaki
Altolagirre, y los hermanos Eneko e Iban Goikoetxea,
los tres con un Laboa entre sus apellidos,
lejano parentesco del árbol genealógico
de Mikel con Pasai Donibane, finalmente se
fueron entusiasmados con el recitado del donostiarra.
Lo acoplaron a «Iqharaturic»,
su extremo y enérgico álbum
debut, y dieron nuevo testimonio de la libertad
y disposición con la que siempre se
movió Mikel Laboa, fiel a su Atahualpa
Yupanqui, a su Bertolt Brecht. Fiel a sí
mismo y a los sonidos divergentes y rotos
de tanto grupo iconoclasta, como él
perturbadores de formas y fonemas.
Apuntes
urgentes sobre Mikel Laboa y Negu Gorriak
[negugorriak.net]
Otros serán los que de manera mucho
mas ajustada y con mas conocimiento analizarán
con detenimiento la aportación fundamental
que nos deja esta figura imprescindible de
la cultura vasca, cuya influencia es concretamente
palpable en toda la escena musical de nuestro
país, la de antes, la de ahora y sin
dudarlo de la que vendrá . Sirvan estas
notas solo para analizar muy brevemente algunas
de las huellas visibles e invisibles que Laboa
dejó en el universo de Negu Gorriak.
1
A Laboa el quinteto, primeramente trío,
le debe su nombre, Negu Gorriak, que el grupo
extrajo de los versos de “Gaberako aterbea”,
traducción del poema “Die Nachtlager”
del dramaturgo y poeta Bertolt Brecht recogidos
en un EP, “Bertolt Brecht” (Goiztiri
Argitaletxea, 1969) donde el donostiarra traducía
y musicaba 4 poemas del alemán.
Aquel
poema que se ahogaba en la amargura de las
injusticias, en el escenario inmenso de una
ciudad como New York, reprensentaba quizás,
mucho mas en el juego de los simbolismos y
de las casualidades; el compromiso de Bretch,
la primera piedra en los cimientos de aquel
“Sustraiak, Rock, Rap, Reggae”
con el que el grupo cimentó su discurso
al reivindicar a Laboa, o New York, una ciudad
a la que tanto miraban entonces Fermin, Iñigo
y Kaki (la escena del rap, Public Enemy...)
La
reivindicación de Laboa unida al novedoso
discurso musical y expresivo de NG en la escena
vasca se vio materializada en la grabación
de “Gaberako aterbea”, primer
rastro sonoro del grupo en el significativo
“Txerokee” (IZ, 1990) el disco
homenaje que coordinó el músico
y escritor Xabier Montoia, que toda aquella
nueva escena cambiante de finales de los ochenta
principios de los noventa quiso hacer al ya
icono Laboa: Su ta gar, Delirium Tremens,
M-ak, BAP!!, Pottoka, Negu Gorriak...
2
La siguiente huella sonora se encuentra en
los samplers que anuncian “Gora herria”
el epílogo del inmenso segundo disco
del grupo “Gure Jarrera” (Esan
Ozenki, 1991) “Maite ditut maite gure
bazterrak…” primera toma de contacto
con “Bat hiru” (Herri Gogoa, 1974)
uno de los discos fundamentales de Mikel Laboa,
un proyecto que originalmente debería
haber tomado forma de triple disco pero que
la censura y sus tijeretazos redujeron a dos.
En este disco Laboa ya nos ponía sobre
la pista de su novedoso y particular universo,
su minutaje contiene muchas de las canciones
emblematicas del donostiarra.
3
La segunda toma de contacto con ese disco
y con Laboa no puede ser mas clarificadora
del espiritu de ambos, grupo y artista. Negu
Gorriak rehace el tema “Gernika”
basado en un poema de J.A. Artze, uno de los
“Lekeitios” (el 4º) de Laboa,
una serie de piezas en que la vocacion experimental
del artista apuntaba al maximo, donde de Mikel
buscaba nuevas formas de expresión,
donde jugaba con la palabra… Un grupo
valiente que se apropiaba de uno de los temas
del lado menos asequible del cantautor y salía
airoso. Con “Arrano beltza” el
ya quinteto remataba su pieza maestra, “Borreroak
baditu milaka aurpegi” (Esan Ozenki,
1993), su tercer disco de estudio.
…
De ahí hay que pasar a esas otras huellas;
su presencia en algunas de las ruedas de prensa
del grupo, sus conversaciones, su admiración
por la senda abierta por Esan Ozenki (Lisabö,
Anari...), su posterior y anterior colaboración
con los hermanos Muguruza en Kortatu y con
Fermin en su proyecto junto a Dut…
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